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Después de consolidar su reputación como un indomable peleador clandestino, Sett utilizó sus ganancias para darle a su madre la cómoda vida de sus sueños. Con su felicidad asegurada, Sett regresó a los fosos de pelea decidido a ser mentor de jóvenes peleadores talentosos y rehacer los fosos en un sistema que recompense no a los más ricos o a los más grandes, sino a los más decididos.