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El maestro de la joven guerrera le advirtió sobre la crueldad del mundo, sobre la indiferencia con la que tendría que conducirse siempre... Luego le ordenó arrancarse el corazón. Levantó la cuchilla, pero no pudo hacerlo. Decidió enfrentarse al mundo con el corazón intacto. Huyó en busca de un nuevo camino y encontró a la Sombra Ardiente, un maestro que no le sacó el corazón, pero que igualmente se lo hizo pedazos.