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Pyke oye el susurro de la tinta. Habla de pactos y venganza, de traidores ahogándose en la ceniza de una ciudad en ruinas. Pyke ya había pagado el precio de su poder, y ahora no le queda nada más que eso. Dejó atrás su mortalidad para ser un fantasma de la ciudad de Rabadon. Sin embargo, pequeños atisbos de verdad recorren el laberinto de su mente, infundiéndole un nuevo propósito: ahogar a la Camarilla.