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Murcielanivia, encantada por la mismísima LeBlanc, vuela junto a un aquelarre de brujas, cubriendo el cielo nocturno de oscuridad y caos. Aunque antes era un murciélago común y corriente, LeBlanc percibió en ella el espíritu de la época; ahora ayuda a sembrar el terror entre los niños y la alegría entre los fiesteros que siguen su vuelo.