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Los alegatos de Azir rara vez se registran, pues se dedica a objetar sin piedad ante cada palabra que consigue balbucear su oponente. Además, remata todas las frases de los jueces con: "¡Se ha dado la orden!". Quien necesite de sus servicios, ¡encontrará su teléfono pegado en todas las paradas de autobús de la ciudad!