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No hay nadie que entienda mejor el poder de la hechicera Lissandra que Morgana. Pagó un alto precio por la magia que une a Lissandra con su reliquia, pues la protectora que pronunciaba el juramento también quedaría atrapada. Morgana llevó a cabo dicho sacrificio, y las alas de la reliquia del gallo la encerraron en un receptáculo de porcelana durante varios milenios. Ahora, despierta una vez más, ansía venganza.