Anuncio

Vladimir pasó años buscando el elixir de la vida, hasta que descubrió que, en realidad, es el té. Desde entonces está inmerso en el arte de servir la taza perfecta. Aunque finge frecuentar la cafetería únicamente para avanzar en su taseografía, Vladimir se encariñó con el variado grupo que lo recibió como uno de los suyos.