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Se dice que la Cazadora Solitaria luchó contra el demonio que creía responsable de extinguir su linaje. Persiguió al monstruo, dejando una estela de muerte tras de sí. Tan intensa era su furia que, cuando su cuerpo sucumbió, su espíritu iracundo continuó su cacería. Se cuenta que sigue cazando hasta el día de hoy, cegada por venganza ante la verdad de que se ha convertido en un monstruo.