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Cada vez que Nunu apoyaba la cabeza en la almohada, escuchaba golpecitos que venían de debajo de la cama. Willump le recomendó que los ignorara, pero los susurros no lo dejaban dormir en paz. Cuando ya no aguantó más, se metió debajo de la cama y se encontró con un payasito amigable que lo ayudó a soñar con un hermoso campamento de verano.