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Alguna vez las Tierras Originarias ardieron con las llamas del orgullo, tal y como narra el cuento de Los Hermanos en disputa. El menor de ambos era un respetado, si bien algo bribón, señor. Pero eso cambió cuando, ante la acusación de haber cometido crímenes contra su propia gente, recurrió a las armas para defender su reputación. Ambos hermanos cayeron enfrentándose en una última pelea. Una lección fatal de arrogancia.