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Hace mucho, había una mujer con el corazón roto que deseaba olvidar su pesar. Un poderoso espíritu, conmovido por su tragedia, le concedió su deseo. Las lágrimas de la mujer se convirtieron en flores y su cuerpo echó raíces. Así nació el Jardín del Olvido. Hoy en día, los corazones pesarosos son atraídos a su claro, con la esperanza de que los retoños alivien su pena.