Anuncio

Senna se despertó ante el onírico abrazo de la Aurora. Ataviada con un elegante vestido, el cual no reconocía, era incapaz de recordar cómo había llegado hasta allí. Tampoco recordaba nada más, excepto retazos de algo cálido: su amor, perdido entre las sombras. ''¿Quién soy?'', se preguntaba.