Anuncio

En su duermevela, Yasuo vislumbró innumerables caminos. En uno, se vio a sí mismo anciano y sin compañía alguna, tras haber perdido el rumbo. Había renunciado a la ambición, a la familia e incluso al amor, todo para expiar unos pecados que su memoria ya había borrado. La visión no era una advertencia, sino un recordatorio para Yasuo: siempre estaba a tiempo de reanudar su camino. Solo necesitaba volver a encontrarlo... o que este lo encontrase a él.