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Solo contra un ejército, Yasuo decidió alzarse y luchar. Bloqueó un paso estrecho entre dos montañas, lo que permitió a los inocentes escapar de la matanza. Blandiendo la verdad del acero como si fuera una danza, abatió a innumerables enemigos, pero ni siquiera él pudo aguantar para siempre. El dragón de la verdad, conmovido por su destreza con la espada, bajó de las alturas para bendecirlo...