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Kayn esgrime su música como si de un arma se tratase, independientemente de quién esté al mando, si él o su alter ego demoníaco, Rhaast. Aunque tiene toda la formación necesaria para ser un príncipe del pop, su mala reputación tras la separación de su grupo lo ha llevado a ser el paria de la industria. Decidido a plantar cara a sus detractores, Kayn se ha unido a HEARTSTEEL en busca de otros músicos (¿o amigos?) en los que pueda confiar de verdad.