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Hace mucho tiempo, Nautilus se dedicaba a pescar en compañía de su amigo Xerath. Juntos, descubrieron unos poderosísimos cristales, y la avaricia llevó a su querido camarada a lanzar a Nautilus por la borda. Un solo cristal bastó para mantenerlo con vida y, durante un profundo letargo, alimentó su cuerpo y su mente. Sin embargo, esto no pudo frustrar su mayor deseo: vengarse de Xerath.