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Annie se aventuró en la madriguera tras el Tibbers blanco al que seguía desde la orilla del río, y apareció en un mundo mucho más fascinante que el que había dejado atrás. —A lo mejor me quedo —se dijo para sí, y eso fue lo que hizo.
Annie se aventuró en la madriguera tras el Tibbers blanco al que seguía desde la orilla del río, y apareció en un mundo mucho más fascinante que el que había dejado atrás. —A lo mejor me quedo —se dijo para sí, y eso fue lo que hizo.